¿Cuánto durará el efecto positivo que genera el coronavirus sobre el medio ambiente?

El freno obligado impuesto a las industrias, a muchas de las actividades humanas, al transporte aéreo y terrestre, así como el aislamiento de millones de personas ha traído un efecto positivo casi inmediato sobre el medio ambiente y los ciudadanos han podido respirar aire más limpio y fresco y ver cielos azules y sin contaminación.

Sin embargo, hay quienes consideran que este será un efecto temporal que, sin duda, le hace mucho bien al planeta, pero que una vez termine la emergencia, las consecuencias podrían incluso ser peor si no se toma conciencia en torno a la adopción de acciones reales que permitan cuidar el ambiente.

La caída de la contaminación ambiental y de las emisiones de carbono fue uno de los primeros resultados positivos para el planeta. El primer país en reducir sus niveles de contaminación ambiental fue China, precisamente el mayor contaminante del mundo y en donde apareció el virus, hoy convertido en pademia.

Datos de la Nasa basados en imágenes tomadas desde finales de enero hasta principios de febrero, indican que la concentración de dióxido de nitrógeno, uno de los contaminantes más frecuentes en las zonas urbanas, se redujo entre 30 y 50 por ciento en varias ciudades del país asiático, en comparación con igual lapso de 2019.

Según el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA), organización de investigación de contaminación del aire, esto podría ser equivalente a unas 200 millones de toneladas de dióxido de carbono.

Lo propio sucede en países como Italia y España, según datos de la Agencia Espacial Europea. Imágenes tomadas desde el espacio por los satélites del programa europeo de observación terrestre Copernicus muestran un drástico descenso en la polución del aire.

Situación generalizada
Según Copernicus, en el norte Italia se registra una tendencia a la reducción gradual de las concentraciones de dióxido de nitrógeno de aproximadamente 10 por ciento por semana, lo cual se evidencia particularmente en 11 ciudades en Lombardía y Véneto, dos provincias que entraron en cuarentena al principio de la crisis.

Esto ha permitido que en los últimos días, a través de las redes sociales, se vean imágenes de las aguas limpias en los canales en Venecia, por ejemplo. La reducción del número de turistas y del tráfico han permitido que los peces y otros animales como cisnes, regresen. En Cerdeña, los habitantes han vuelto a percibir delfines en el puerto.

Por su parte, en Nueva York, según investigadores de la Universidad de Columbia, las emisiones de monóxido de carbono se redujeron alrededor de 50 por ciento en una semana, debido principalmente a la baja circulación de automóviles particulares y camiones.

Y para no ir lejos, en Bogotá, ciudad que se encuentra en alerta amarilla por mala calidad del aire desde el pasado 5 de marzo, este fin de semana producto del simulacro preventivo mejoró significativamente sus indicadores, según dio a conocer este lunes la Secretaría de Ambiente. Todas sus estaciones de medición están en verde, por lo que se espera que la situación en torno a la contaminación en la atmósfera de la ciudad siga mejorando.

Otro de los aspectos positivos de la pandemia es que paradójicamente ha salvado más vidas que las muertes que ha producido. En China, donde se reportan hasta este lunes 3.270 fallecidos por el virus, la cifra contrasta con los 1,1 millones de personas que mueren al año, víctimas de la contaminación del aire.

Según los últimos registros de la Organización Mundial de la Salud, en el mundo mueron alrededor de 7 millones de personas por la contaminación del aire. En Colombia, de acuerdo con datos del Instituto Nacional del Salud, en promedio, fallecen 15.000 personas al año por temas acociados a la calidad del aire.

La venganza de la contaminación
Aunque todo esto, sin duda, es muy positivo para el planeta, los temores de lo que suceda una vez la emergencia termine no son menores. La preocupación, según Li Shuo, asesor de política climática de Greenpeace East Asia, es que cuando la amenaza del coronavirus haya pasado, China se centrará en reiniciar su economía, que ya venía afectada por cuenta de la guerra comercial con Estados Unidos y esto traerá graves consecuencias en materia de contaminación.

“Podría haber una ronda de estímulo económico que inyectaría créditos baratos a las industrias pesadas en China, y como resultado de eso podríamos ver un aumento de los contaminantes y también las emisiones de carbono en la segunda mitad de este año”, agregó Li.

“Habrá un antes y un después del coronavirus desde el punto de vista climático. La epidemia y las medidas tomadas para contrarrestarla han creado un choque psicológico en nuestras sociedades. Habrá consecuencias en las políticas medioambientales. En definitiva, las crisis por el coronavirus y por el calentamiento global son similares. Es cuando estamos frente a la catástrofe que se toman decisiones contundentes”, aseveró el experto francés en cambio climático, Hervé le Treut.

Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, considera que es el momento de considerar cómo usar los paquetes de estímulo económico para apoyar un cambio a largo plazo hacia prácticas comerciales y personales más amigables con el medio ambiente y el clima, pues las experiencias pasadas sugieren que la disminución de las emisiones durante las crisis económicas, son seguidas por un rápido aumento de la contaminación y que es necesario cambiar esa trayectoria.

“El mundo necesita demostrar la misma unidad y compromiso con la acción climática y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que contener la pandemia de coronavirus. El fracaso en la mitigación del cambio climático podría conducir a mayores pérdidas tanto de vidas como económicas durante las próximas décadas”, dijo.

Alerta por tapabocas desechables
Otra de las preocupaciones es que suceda lo que hoy ocurre en Hong Kong, en donde las playas y calles se están llenando de mascarillas de un solo uso que la población está utilizando para protegerse del virus. Haciendo caso omiso de recomendaciones de las autoridades de salud que aseguran que ponerse un tapabocas no es necesario si no se presentan síntomas, miles de hongkoneses salieron a comprar estos artículos y ahora los desechan generando impactos importantes en el ambiente.

Ahora, estos objetos están apareciendo en el mar, las playas y los senderos naturales de Hong Kong. Expertos advierten que, además de ser un peligro medio ambiental, el disponer de manera incorrecta de estos materiales puede suponer un peligro sanitario. Fuente: sostenibilidad.semana

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